10 Consejos básicos para diseño web

¿Alguna vez has entrado en una web y has pensado: "Madre mía, ¿Quién ha dejado al primo pequeño de alguien suelto con el Paint y un tutorial de YouTube de 1998?"? Si quieres evitar que tu diseño web sea el equivalente digital a un jersey navideño con luces parpadeantes, aquí van unos consejitos con un poco de guasa y mucha verdad. ¡Toma nota, que esto va en serio (o no tanto)!

1. No te pases con las fuentes, por Dios

Vale, sabemos que Comic Sans te hace gracia y que esa fuente gótica parece sacada de un castillo medieval, pero usar 17 tipografías distintas en una misma página no te hace un genio del diseño, sino un caos con patas. Limítate a dos o tres fuentes: una para los títulos, otra para el texto y, si eres muy moderno, una tercera para detalles. Y no, el "Times New Roman tamaño 72" no cuenta como "creatividad".

2. Colores: menos es más, no un carnaval

¿Te acuerdas de esas webs de los 90 con fondo negro, letras verdes y un GIF de un delfín saltando? No repitas ese crimen. Elige una paleta de colores que no deje ciego al visitante. Si tu web parece un cuadro de Miró después de una noche de fiesta, algo estás haciendo mal. Usa herramientas como Coolors o Adobe Color, y si dudas, el blanco y negro nunca falla. ¡Elegancia, no epilepsia!

3. El móvil no es tu enemigo, espabila

Hoy en día, si tu web no se ve bien en el móvil, es como si invitas a alguien a casa y le cierras la puerta en las narices. Hazla responsive, que se adapte a pantallas pequeñas sin que parezca que has metido la página en una licuadora. Prueba cómo se ve en tu móvil, en el de tu madre y hasta en el smartwatch del vecino. Si no carga rápido o los botones son diminutos, estás perdiendo puntos (y usuarios).

4. Imágenes: ni te pases ni te quedes corto

Las fotos son como el aliño de una ensalada: bien puestas, realzan el plato; mal puestas, lo arruinan todo. Nada de subir imágenes pixeladas que parecen sacadas de un Nokia 3310 ni de llenar la web con 500 fotos de stock de gente sonriendo con dientes perfectos. Optimízalas para que no tarden un siglo en cargar, y si pones un gatito, que sea por una buena razón (o porque, admitámoslo, los gatitos venden).

5. Navegación sencilla, que no somos Indiana Jones

Si para encontrar el botón de "Contacto" hay que resolver un puzle o hacer scroll infinito, mal vamos. Haz un menú claro, con nombres que tengan sentido. "Inicio", "Servicios", "Sobre mí" funcionan; "Cajón desastre", "Cosas molonas" o "Pincha aquí, atrevido" no tanto. Piensa en tu abuela: si ella no lo encuentra, nadie lo hará.

6. El SEO no es opcional, listo

"¿Para qué quiero yo eso del SEO si mi web es bonita?". Ay, amigo, de ilusiones no vive Google. Usa palabras clave como si fueras un poeta del buscador, pero sin pasarte de listo. Si escribes "diseño web barato Madrid" 50 veces en un párrafo, no solo no te va a encontrar nadie, sino que parecerás un robot con un ataque de nervios. Naturalidad, por favor.

7. Botones que inviten a clicar, no a huir

Un botón de "¡Compra ya!" en neón rosa chillón con purpurina no es tentador, es un susto. Hazlos visibles, con un color que destaque pero que no desentone, y con un texto que enganche: "Descubre más" suena mejor que "Dame tu dinero ya". Y, por favor, que funcionen. No hay nada más triste que un botón roto.

8. Prueba, prueba y vuelve a probar

Antes de lanzar tu web al mundo, haz como los chefs: prueba la receta. Pídele a tus amigos (o a tu perro, si ladra cuando algo no funciona) que naveguen por ella. Si se pierden, si algo no carga o si te dicen "esto parece una broma", toca revisar. Herramientas como Google PageSpeed o Lighthouse te ayudarán a no hacer el ridículo.

9. Sé original, pero no te flipes

Está genial querer destacar, pero si tu web tiene un fondo de lava ardiente y música de tambores que se activa sola, igual te has pasado de creativo. Inspírate en los grandes, pero no copies como si fueras un estudiante en un examen. Tu personalidad tiene que brillar, no la de otro.

10. Mantenla viva, que no es un fósil

Una web no es un mueble del IKEA que montas y te olvidas. Actualiza el contenido, revisa los enlaces rotos y no dejes que el blog tenga telarañas digitales. Si tu última entrada es de 2015, la gente pensará que has cerrado el chiringuito.

Y voilà, con estos consejos tu web no solo será funcional, sino que molará más que un monólogo de Goyo Jiménez. Diseñar una página no es cosa de magia, sino de sentido común, un poco de gracia y evitar los desastres que todos hemos visto alguna vez. Así que, ¡manos a la obra y a triunfar en la red!


Rebeca
¡Hola, soy Rebeca, diseñadora con alma de friki tecnológica! Probablemente me encuentres con un café en una mano, un lápiz en la otra y los ojos pegados a alguna pantalla brillante. Soy diseñadora de profesión y apasionada de las nuevas tecnologías por pura vocación (o vicio, según quién lo mire). Me encanta crear cosas bonitas, funcionales y, sobre todo, que dejen a la gente con la boca abierta, pero sin que se les caiga la mandíbula del susto.